UNA AVENTURA LLAMADA ERASMUS
Mucha gente ha hecho las maletas para ir alguna vez de viaje… tal vez 4 días, una semana o quizá un mes. Todo cambia cuando tienes que elegir y sobre todo meter la ropa de medio año en una maleta que supuestamente tiene que pesar solo 20kg. Al principio parece el reto más grande que te depara la aventura. Sin embargo, una vez has conseguido imaginar que necesitarás dentro de 4 meses en tu nueva casa, te das cuenta que el reto no está en la maleta, sino en todo lo demás. En mi caso, hace un año, cerraba mi pequeña gran maleta para irme d’Erasmus al norte de Italia. Sin conocer apenas la lengua del país, decidí coger el avión y presentarme en aquella maravillosa ciudad. Es evidente que la sensación que se siente al llegar a un aeropuerto rodeado de amigos a punto de empezar una aventurita de verano no es la misma de la sientes cuando llegas solo, sin tener a nadie con quién celebrar la llegada o preguntar cuál era el primer plan preparado. Miras tus maletas y tu teléfono con otra compañía telefónica extranjera en la parte superior y sabes perfectamente, que en ése momento empieza tu aventura, y que si tú no avanzas, no lo hará nadie por ti. Coges un taxi que te lleva al hotel (porque tu magnífica idea, por supuesto, era no tener ningún piso buscado. Des del sofá de casa parecía mucho más interesante y excitante tener que buscar un piso des de allí) y te acuestas, después de mandar un Whatsapp a tu grupo de familia y tranquilizarlos de que todo está perfectamente descontrolado. Mañana empieza el reto.
El despertador suena temprano… ¡se tiene que aprovechar el día! No tienes casa fija para dormir y es tu primer día en Italia, no hay tiempo que perder. Bajas a desayunar al bar del hotel; zumo de naranja o chocolate caliente…te convences que el Nesquik es totalmente reemplazable. Saludas a la recepcionista con un Ciao que incluso a ti te suena español y sales a la calle. ¡Si hay un piso vacío será mío! susurra con motivación tu voz interior. Y así es, después de unos días buscando y acostumbrándote a las mermeladas envasadas y a las tostadas poco echas, encuentras tu nueva casa. Tu nuevo piso. Tu nuevo hogar. Y de repente todo se calma, tu italiano ya suena mejor, la ciudad de repente es preciosa y el Whatsapp de “Estoy bien” suena por primera vez del todo convincente.
Tu nueva universidad, aunque no lo parezca, también es difícil de encontrar y más cuando apenas conoces la ciudad. No es broma cuando digo que encontrar un simple supermercado o un cajero puede ocuparte una tarde entera. Es por eso que aprendes a fijarte en donde está la copistería y también las tiendas de helados mientras buscas un bar donde desayunar o un sitio para alquilar bicis. Una vez superado todos estos procesos viene la parte fácil: hacer amigos. No lo parece y menos si llegas completamente solo y sin hablar muy bien la lengua del país, pero basta con pedir un boli o un lápiz a la chica simpática que tienes al lado para que surja una de las amistades más fuertes de tu aventura. Y es que cuando estas fuera de casa, te vuelves más abierto, más simpático, más agradable y sociable. Supongo que algunos lo llamaran supervivencia, yo lo llamo ganas de vivir una gran aventura des del primer momento. Y es que te das cuenta, que este afecto también lo sufren todos los demás compañeros que han abandonado sus casas hace unos días. Así que encajar, reír y pasear con gente nueva será una de las cosas más fáciles y comunes de tu día a día.
Por otra parte está la lengua. Recomiendo después de mi experiencia que dejáis los miedos y sobre todo la vergüenza a casa. A lo mejor vuestro italiano no es perfecto, ni lo será el día en que os vayáis, pero la cuestión es hacerse entender, sea por gestos, dibujos o sonrisas. No hay manera más fácil de aprender una lengua que integrarte directamente entre los habitantes que la hablan. Estos están en su casa, pero también tienen el poder de empatizar rápido contigo.
No hace falta que os hable de la comida italiana, ni de la fiesta o el clima, las pizzas o el café acompañado de un vasito de agua con gas. No hace falta porque por mucho que os cuente esto se tiene que vivir. Así que si algún día os surge la oportunidad, no dudéis en cerrar la maleta y coger ese avión que transformara por unos meses, aquella ciudad en vuestro hogar.
Clàudia Coll
tal vez te puede interesar leer mi articulo sobre TORINO y pinchar aqui TORINO: UN LUGAR MÁGICO PARA CONOCER
Muy interesante, gran experiencia 🙂
Me ha gustado mucho tu post. Gracias por compartir tu experiencia, suerte en tus propias aventuras!
Simplemente me ha encantado. Creo que incluso puedo imaginarme todas las sensaciones que has experimentado, aunque claro está que no lo llegas a notar hasta que te pasa.
El Erasmus siempre me ha dado mucho respeto (por no decir miedo), pero creo que esto ha supuesto un gran avance y la pérdida de este.
Qué ganas que escribas más!!! Felicidades ‘bambina’!
Fantástico! Encatada de haber podido compartir un pedacito de esta experiencia contigo. Te espero en el mío.:)
Pelos de punta! Te expresas muy y muy bien, me ha encantado. Estoy muy feliz de que hayas disfrutado de tu experiencia a lo grande y más que nos animes a todos los demás a hacerlo 🙂
Me encanta!! Transmites tantas buenas emociones que dan ganas de coger una maleta y hacer un Erasmus a la de ya!!!
interessante esperienza è l’erasmus, ancora meglio se effettuato in Italia, prepariamoci con vittorio